Cuando la nube se desorienta

Entornos tecnológicos que siguen operando aun cuando el centro deja de responder eficientemente.

Hace poco, una interrupción masiva en Amazon Web Services dejó fuera de servicio a plataformas financieras, aplicaciones y operaciones empresariales en todo el mundo, incluyendo varias en América Latina.

Aunque el origen estuvo en una región de Estados Unidos, el impacto lo sentimos también en Colombia: empresas que dependen de esa infraestructura reportaron fallas, lentitud y pérdida de conectividad en sistemas críticos.

No fue una excepción. En los últimos tres años, Microsoft Azure, Google Cloud y Cloudflare han registrado interrupciones que afectaron desde servicios públicos hasta aplicaciones corporativas. En todos los casos, el problema fue el mismo: una estructura centralizada que concentra demasiado poder en pocos puntos. La nube moderna resolvió la infraestructura física, pero creó una dependencia global que ningún sistema debería asumir como única.

Si diriges infraestructura o tecnología, sabes que la estabilidad no depende solo de contratos o proveedores. Depende del control que conservas sobre tu entorno. Y eso empieza por acercar la capacidad de procesamiento a donde realmente ocurre tu operación: el borde (Edge computing), donde tus sistemas pueden seguir funcionando sin esperar a que el mundo vuelva a conectarse.

5 claves para mantener el control cuando la nube falla

1. Piensa en distribución, no en dependencia
La nube es poderosa, pero su concentración es su punto débil. Si una región colapsa, millones de servicios lo hacen con ella. Diseña tu infraestructura para operar de forma segmentada, con redundancias locales y procesos que no se detengan por una falla remota.

2. Control local, continuidad asegurada
Procesar y almacenar datos cerca de donde se generan —en tus plantas, oficinas o centros de datos regionales— te permite que las operaciones sigan activas aunque el enlace global se interrumpa. Es una arquitectura que protege lo esencial sin depender del tráfico internacional ni de un solo proveedor.

3. Equilibrio entre borde y nube
El borde no necesariamente reemplaza la nube; la complementa. Las tareas que exigen inmediatez o supervisión deben ejecutarse cerca. Las de análisis, respaldo o planificación pueden residir en la nube. Lo importante es que tú decidas qué vive dónde, no un error de conectividad.

4. Cercanía como ventaja competitiva
En América Latina, la distancia con los grandes centros de datos internacionales incrementa tu latencia y reduce tu eficiencia. Contar con infraestructura local —como por ejemplo Wave DC en Colombia— mejora tiempos de respuesta, garantiza soberanía de datos y permite soporte inmediato. La cercanía técnica se convierte en una fortaleza operativa.

5. Evalúa, anticipa y actúa
Revisa tus dependencias, crea rutas alternas de conexión y establece procesamiento en el borde. Cuando la nube falla, cada minuto de espera se traduce en pérdida de servicio, confianza y reputación. El control no se promete: se construye.

La nube ofrece alcance; el borde ofrece mando. Y el mando no se delega.

La estabilidad no está en evitar los fallos, sino en diseñar sistemas que resistan cuando ocurren. Integrar computación en el borde no es una moda, es una decisión estratégica: y al final, eres tú el que define si tu infraestructura obedece… o lidera.


James Quijano

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